Andreu Ródenas. Agosto de 1993
Irlanda es una de las joyas de Europa, no se trata de un destino turístico de masas y esto la hace aún más atractiva. La época del año más recomendable es sin duda el verano ya que el clima en la isla es muy riguroso durante el resto del año ya que hay mucha precipitación y mucho viento.
Dublin, la capital, es una ciudad más bien pequeña pero muy agradable y fácil de visitar. El resto de ciudades todavía son de un tamaño menor y no tan interesantes, aunque me gustaría destacar el buen ambiente que encontré por el centro de Galway en el oeste.
Irlanda es una tierra dura, de gente dura, hecha a sí misma pero de una simpatía extrema que tratan al visitante como uno más de ellos. Irlanda tiene algunos de los mejores paisajes que he visto nunca, de aquellos que se te quedan para siempre en la retina. Montañas suaves, ríos, lagos, verdor, cuesta abrupta y playas solitarias, islas semi-abandonadas, acantilados infinitos, rebaños de ovejas por donde pasas, pueblos pequeños y limpios, vida rural auténtica lejos del estrés de las ciudades,. …. todos estos son los elementos que os iréis encontrando y que le dan su singularidad.
En agosto de 1993 estuve 15 días en la República de Irlanda. A continuación os dejo mi experiencia en este país, las fotografías como veréis son de la era pre-digital y han sido escaneadas y digitalizadas para poder añadir.
Irlanda es de aquellos destinos turísticos de los que se habla poco, es verdad que no es un país especialmente turístico pues su climatología no invita demasiado: llueve mucho, el viento en muchos lugares se molesto y en general el tiempo es frío . A pesar de ello es un lugar realmente encantador, de gente tranquila y cordial, gente que se ha hecho a sí misma en una tierra aislada durante bastante tiempo.
Yo diría que Irlanda es una gran desconocida pero es un destino absolutamente aconsejable para los amantes de los paisajes bucólicos y la tranquilidad, el contacto con la gente y la naturaleza es constante y muy agradable. Un país que es eminentemente rural en el que el tiempo pasa más despacio.
En Irlanda encontrarás de todo ya que es un país milenario donde la huella de las antiguas civilizaciones está presente, un país rico en historia muy vinculado a la vecina Inglaterra de la que se independizaron no sin haber tenido que pagar un precio muy alto. La cultura celta está presente por todo el país, así como castillos y ruinas de finales de la Edad Media. Es un país verde, lleno de campos de cultivo, granjas y rebaños de ovejas que se cuentan por miles pastando libremente. Las costas combinan los grandes acantilados de paredes verticales con playas de fina arena blanca rodeadas de campos de hierba natural. Torres de vigilancia y faros perdidos son en muchos lugares las únicas construcciones que se ven desde el mar.
En el año 1993 la infraestructura turística era muy pobre ya que el turismo no estaba entre los sectores económicos más potentes, sin embrgo había una buena red de turismo rural y de hoteles tan Dublin como las otras principales ciudades. Para este viaje elegí la opción de alquilar un coche y alojarme en casas particulares que ofrecían habitaciones, los llamados Bed & Breakfast (B & B). El idioma oficial es el inglés y el más utilizado, pero también lo es el Gaélico que intenta sobrevivir ante la lengua más usada.
Para este viaje diseñé una ruta que salía de la capital Dublín y se dirigía hacia el sur pero por el interior hasta llegar a la costa. Cada noche hacíamos escala en un pueblo o ciudad diferente y cada día teníamos el placer de ver nuevos castillos, nuevas playas, nuevos bosques y nuevos acantilados. Desde Cork fuimos a Kinsale que es un bonito pequeño pueblo de veraneo donde la vida veraniega gira alrededor del mar, en Kinsale disfrutamos de la divertida vida nocturna en los tradicionales pubs con música popular en directo.
Desde Kinsale y siempre pegados a la costa bordeando las diferentes penínsulas que se nos ponían por delante fuimos hacia el oeste. Hicimos la carretera en forma de anillo circular llamada «Anillo de Kerry» (Ring of Kerry) visitando pequeños pueblos como Glengariff, Kenmare, Killorgin, Tralee o Killarney.
Tras el Ring of Kerry fuimos en dirección norte y paralelos a la costa hacia la ciudad de Galway, de camino, sin embargo, visitamos lugares realmente espectaculares donde la naturaleza domina ofreciendo paisajes únicos y al mismo tiempo repetitivos. Es obligada una parada en los Cliffs de Moer y muy cerca de ellos cruzar el Burren National Park.
Los Cliffs de Moer son un espectáculo indescriptible tanto a primera hora de la mañana como a última hora de la tarde, el lugar es de muy fácil acceso. No muy lejos de allí hay una zona muy grande de terreno cárstico (roca caliza) que está protegido como parque nacional, es el Burren National Park o The Burren como le llaman los irlandeses.
Galway es una ciudad alegre, desenfadada con un ambiente muy juvenil donde la industria compite con la agricultura y la pesca. Sin duda junto con Cork y Dublín es la ciudad más importante del país. Desde Galway se llega fácilmente por ferry a las Aran Island que son un conjunto de tres islas muy poco habitadas. Más al oeste de Galway y después de la ciudad de Clifden se llega al Connemara National Park, se trata de una zona boscosa con ríos y lagos, lleno de pequeños rincones de una tranquilidad absoluta.
Mas al norte del Connemara esá Achill Island que tambien es de visita obligada para aquellos que la sensación de soledad es necesaria en un viaje de este tipo. Una vez vueltos a la carretera que lleva hacia la región de Donegal fronteriza con Irlanda del Norte llegamos hasta la ciudad de Sligo donde pusimos punto y final a la ruta periférica. Desde Sligo volvimos hacia Dublin cruzando por el centro del país. Antes de llegar a la capital visitamos Newgrange que es el monumento histórico y arqueológico más antiguo e importante en Irlanda.