Andreu Ródenas
En la cordillera de Talamanca en el sur de Costa Rica y frontera con Panamá está la reserva de los Bri-bri. En medio de un enorme bosque lluvioso vive una comunidad de unas 200 personas de esta tribu o etnia. Están completamente integrados en el mundo que los rodea pero viven de forma diferente, con sus costumbres, su lengua, sus tradiciones y su cultura propia que los diferencia del resto de ciudadanos de Costa Rica. Los Bribri no son la única tribu o etnia que existe en Costa Rica pero sí que son la más numerosa en la parte atlántica o del Caribe, otras tribus como los Boruca o Malekos viven en otros lugares más lejanos del país. Dentro de la misma cordillera de Talamanca hay diferentes lugares donde viven los Bri-bri, el centro más poblado y activo es el pueblo de Bambu desde donde se puede navegar en canoa por el río hasta la comunidad de Yorkin donde reciben a los visitantes para explicarles detalladamente su manera de vivir. Mediante la agencia de turismo local Willie’s Tours en Cahuita pudimos contratar la visita a las tierras de los Bri-bri en Kekoldi justo entre los pueblos de Cahuita y Puerto Viejo de Talamanca, se trataba de hacer una excursión guiada en la que podríamos ver fauna local, aprender las utilidades de muchas plantas y frutos, bañarnos en una catarata y disfrutar de una comida compartiendo mesa con una familia indígena.
Haber compartido una jornada con una familia Bribri nos ha hecho entender aún más lo que significa tener unos rasgos diferenciales para defender, como catalanes nos reafirma aún más en nuestras convicciones y derechos colectivos, ellos, a diferencia, prácticamente no reciben ayudas de las administraciones y a pesar de vivir en unas condiciones muy duras siguen defendiendo su propia identidad diferenciada y siguen manteniendo vivo su estilo de vida.
La excursión comenzó justo al pie de la carretera que va de Cahuita en Puerto Viejo de Talamanca y allí tuvimos que esperar que el amigo Jorge de Willie ‘s Tours nos presentara a Don Germán que nos haría de guía y anfitrión, a continuación nos explicó lo que haríamos y nos pidió que lo acompañáramos y nos mantuviéramos siempre detrás de él. Estas visitas son para grupos de hasta 4 personas y Nuria y yo compartimos la jornada con una simpática pareja de jóvenes suizos Leila y Dominique.
Don Germán es padre de 4 hijos, todos ellos nacidos en su casa en medio de la selva y sin asistencia médica, es también el marido de Doña Maura quien nos preparará la comida para cuando volvamos de la excursión por la reserva. Las mujeres Bribri tienen mucho poder y un papel muy dominante dentro de la tribu.
A poco de comenzar la caminata ya encontramos una madre y una cría de oso perezoso, varias ranas (alguna de ellas venenosas), un serpiente oropel de color amarillo y vimos pasar algún tucán y otras aves y pájaros. Don Germán se iba parando de vez en cuando para contarnos algún detalle sobre un árbol, planta o semilla que iba encontrando, aprovechando que estamos todavía cerca de la carretera y que hay mucho árbol del cacao nos explica todo el proceso de recolección y tratamiento posterior. Poco a poco la subida se va haciendo notar y empezamos a sufrir alguna que otro resbalón.
La primera parada es al cabo de una hora y pico de subida, en la casa de Don Germán donde nos espera su esposa Doña Maura que nos da la bienvenida y nos invita a sentarnos para descansar antes de continuar. Esta familia vive sin luz ni agua corriente y los familiares bribri mas cercanos viven a tres horas de camino por la montaña. Las condiciones de vida son duras, no tienen pozo de agua, no tienen muebles, no tienen aseos, ni sanitarios, viven y comen de lo que recogen y los animales que tienen en la propia parcel.la, eso sí, se les ve felices y desde que Don Germán hace de «guía» turístico pueden acceder a compras que años atrás les era muy dificil. Don German nos cuenta que cuando no tiene ingresos por las visitas se dedica a la recolección de cacao, pero nos cuenta que es un trabajo muy mal pagado. Los hijos de Don German cada día se deben levantar a las 5.00 de la madrugada para caminar una hora de bajada hasta la carretera donde irán en autobús durante otra hora hasta Bambú (o Bribri) donde tienen las escuelas y aprenden entre otras materias su propia lengua que cada vez está más en desuso. Ropas desgarradas, zapatos rotos, camas en el suelo, cocina de leña, una pequeña radio de pilas y una batería para poder ver la televisión de vez en cuando, todo ello una imagen que nos dio mucho para pensar los siguientes días … es lo que siempre pasa y en todo el mundo igual: unos tanto y otros tan poco.
Desde la casa familiar volvemos al camino haciendo varias subidas y bajadas que cansan las piernas, el camino era estrecho y además empezó a llover lo cual es sinónimo de barro. Después de una larga y pronunciada bajada llegamos al punto más bajo y seguimos un arroyo hasta llegar a la catarata donde Don German nos había dicho que podríamos descansar y bañarnos en ella. La visión fue espectacular pues después de 2 horas de caminata podíamos descansar y tomar un baño en un lugar único fuera de cualquier circuito turístico o sendero. Si no eres un miembro de los Bribri difícilmente puedes acceder a un lugar como este. La catarata (que no tiene nombre) tiene unos 25 metros de altura y como estamos en la época seca no cae mucha agua, fue duro llegar pero valió la pena.
Sin más demora nos sacamos la ropa y pudimos tomar un buen baño de agua fresca, al finalizar y después de mil fotografías volvimos por nuestras pasos. Ya se sabe que todo lo que baja sube y por tanto tocaba una buena caminata de subida, patinando por culpa del barro y sudando por culpa de los anoraks que nos protegían de la lluvia. Don German que no llevaba impermeable improvisó un paraguas con una hoja grande de un «banano» como dicen ellos al plátano. Por el camino las explicaciones de plantas, semillas, frutos y algunos animales nos ayudan a no pensar en el cansancio y justo antes de llegar de nuevo a la casa familiar Don German nos muestra una torre-mirador en medio de un claro del bosque, se trata de una torre de madera hecha de troncos y tablones a la que se puede ascender para ver las vistas de las montañas y del bosque. Debido a la niebla y a la lluvia que caía la vista no es la que quisiéramos pero nos hicimos la idea de cómo debe ser bonito cuando el cielo está abierto.
Doña Maura ya nos espera con la comida típica Bribri preparada y nos invita a pasar a su cocina para hacer la degustación: se trata de yuca, patata, y banano hervidos en un caldo blanquecino y un trozo de pollo hecho a la brasa, para beber un vaso de chocolate caliente (prácticamente líquido) hecho con cacao recogido y preparado por ellos mismos. La comida la presentan dentro de unas hojas de plátano en vez de plato, no fue demasiado buena para nuestro gusto pero es lo que ellos comen muy a menudo y agradecemos su hospitalidad. Después de comer charlamos un rato y les compramos unos collares hechos por ellos mismos con semillas, antes de despedirnos de Doña Maura y sus hijos nos intercambiamos teléfonos y el hijo mayor que se llama Amilcar nos da su e-mail para que le enviemos fotografías e información del Barça pues es un gran barcelonista.
Don Germán nos acompaña de nuevo hasta la carretera donde nos recogerá un taxi para volver a Cauhita, hemos empezado a las 7.30 de la mañana y ya son las 15:30 de la tarde, hoy ha sido un día que recordaremos para siempre.
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Comment On RESERVA INDÍGENA KEKOLDI
M’ha encantat saber que Don German segueix bé. Nosaltres el vam conèixer el 2007, tot i que l’entrada al blog l’hem pujat enguany. Vau tenir més sort amb la fauna. Les granotetes si que les vam veure, però el mandrós el teniem massa amunr i no tenim cap foto aprofitable i de serp, vam veure una coral, però la vostra, tela marinera!!!
Una abraçada Andreu!